'La buena letra': El personaje perfecto
Ana hace un amargo repaso de su
vida durante la guerra civil y sus posteriores miserias -materiales y morales-
un relato que va destinado a un hijo ausente y que se convierte en un ejercicio
de transmisión de la memoria a beneficio de inventario, para que su
destinatario tome las enseñanzas, pero pueda desechar las fatigas.
Quizás el hijo ausente es el
lector.
La creación del personaje de Ana
es perfecta, no se puede decir menos ni más. Por ser un género epistolar, por
ser las cartas de una madre, por acercar aquel mundo de pequeñas decepciones
con el nuestro –de innegable bienestar a pesar de los pesares- nos resulta
cercano y entrañable.
'La buena letra' –que esconde las
mentiras- es la pequeña historia del siglo XX en el Levante español, el
recuento de una vida de tristezas, una nueva visión de las dos Españas; pero
esto no debe hacernos pensar en algo cansino o ya leído, porque utilizando una
economía de medios estricta, Rafael Chirbes construye una novela corta que nos
atrapa desde la primera línea por su sinceridad, por la limpieza de la mirada
de Ana, por la verdad que sale de las páginas que convierte la novela en algo
hermoso, en una pequeña obra maestra.
Por eso Rafael Chirves fue un
escritor con un enorme prestigio en los cenáculos literarios y recibió
destacados galardones. Fascina a los lectores que se acercan a sus novelas, de
Mimoun (1988) a París-Austerlitz (2016).
Augusto F. Prieto
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